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Ciudad de México: rastros de la cultura ancestral en cada plato

La gran urbe mexicana invita a adentrarse en la cultura y la belleza de este país a través de los sabores. En sus platos se pueden descubrir rastros del pasado del imperio maya, el legado virreinal y las expresiones de las cocinas de vanguardia. Todo esto fue mixturándose hasta conformar un menú con identidad propia.

En Ciudad de México la gastronomía se relaciona con la religión, los rituales y las tradiciones de más de medio centenar de grupos étnicos que habitan el país.

Emplazada en la región central, la urbe encierra numerosos atractivos, desde museos y edificios coloniales hasta zonas arqueológicas y arbolados parques. Sin embargo, los olores, colores y sabores de sus platos son una excelente puerta de entrada o el hilo conductor para una visita turística. Sus potajes picantes y contundentes nacen de la fusión de las raíces prehispánicas, españolas y francesas de fuerte influencia en la metrópolis.

Además, cabe recordar que bajo el lema “La cocina tradicional mexicana, cultura comunitaria, ancestral y viva”, la gastronomía mexicana fue declara Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2010.

En tal sentido, esta gastronomía cuenta con platos tradicionales que se pueden degustar en casi todos los rincones de la ciudad, tanto en las versiones de los restaurantes gourmet como en mercados y puestos callejeros.

Una de las recetas más emblemáticas es la tortilla de maíz. Se sirve acompañada con una salsa cruda, preparada con tomate verde, jitomate y chipotle (una variedad de chile). Igual de tentadores son los chiles rellenos: ajíes repletos de queso, pescado o mariscos según la preferencia del comensal, a los que se suman granos de elote (maíz tierno) y calabacitas, entre otros ingredientes.

La lista de clásicos de la cocina continúa con los tamales (masa de maíz rellena de carne, fruta o queso, envueltos con hojas de plátanos y cocidas al vapor); y el mole, un guiso de carne preparado con una salsa a base de chile, almendras, pasas y chocolate amargo, entre otros ingredientes.

En el segmento de las bebidas se destacan el agua de frutas frescas, la bebida alcohólica tepache, preferida de los locales y, por supuesto, la más famosa bebida mexicana: el tequila.

Por su parte, en cuanto a la oferta de establecimientos, en la ciudad existen muchas fondas, en las que se sirve un menú a un módico precio, que incluye un plato tradicional acompañado por un zumo de fruta. Para quienes buscan platos de alta cocina, en la urbe encontrará una carta bastante sofisticada en los restaurantes de la nouvelle cuisine mexicana.

A su vez, hay que tener en cuenta que Ciudad de México es una metrópolis en la que se mezclan las cocinas de todos los estados de la república y también las de países como Francia, España, Italia, Grecia, Líbano, Portugal, Bélgica, Japón y China.

BARRIOS CON IDENTIDAD.

En esta inmensa urbe existen colonias cosmopolitas con excelentes propuestas de tiendas, restaurantes y bares. Además, en cada caso estos barrios han definido su identidad y desandar sus calles es una experiencia turística en sí misma.

Dos barrios característicos son Roma y Condesa. Este último es una zona reconocida por su gran cantidad de cafés, librerías, restaurantes, galerías y boutiques; además de su vida cultural y nocturna. En la colonia Roma las bicicletas retro y la imagen de sus habitantes en compañía de sus mascotas salpican las calles y los principales parques. Además, albergan la mayor cantidad de restaurantes gourmet, en los que se pueden degustar vinos, tapas, carnes y diferentes sazones provenientes de varias partes del mundo.

En tanto, Polanco es uno de los barrios más famosos y exclusivos de Ciudad de México. Se caracteriza por su diversidad cultural y el sofisticado estilo de vida de sus habitantes, marcado por la gran cantidad de centros comerciales, las tiendas de diseñadores de prestigio internacional y las famosas joyerías. Al tratarse de la zona hotelera, los restaurantes de las principales cadenas ofrecen propuestas de alta gama y excelentes barras de tragos. A lo que se suman las fondas tradicionales, las heladerías de culto y las reposterías boutique.

Por su parte, San Ángel tiene sus orígenes en la época colonial, cuando se fundó el Convento del Carmen y las familias más pudientes de la ciudad construyeron allí sus villas campestres. Más allá del paso de los años, este estilo logró conservarse. En este barrio de calles anchas, caserones, templos y jardines se puede degustar un excelente café local, esquites (cócteles de granos de maíz) y las nieves a base de helado y agua. Entre la diversidad de lugares para comer se encuentran las propuestas de los pequeños productores de mermeladas, chocolates, quesos y pulque. Además de restaurantes de alta cocina.

Finalmente, el Centro Histórico es la parte más antigua de la ciudad. Declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, en esta zona conviven las épocas prehispánica, colonial y contemporánea.

Reúne edificios y monumentos históricos y es un polo gastronómico por excelencia. Se pueden visitar desde fondas tradicionales hasta restaurantes de alta cocina, cantinas, torterías y puestos de antojitos.

EXPERIENCIA DE LUJO.

Asimismo, existen tres lugares que vale la pena visitar en Ciudad de México, dado que integraron la lista San Pellegrino de los Mejores 50 Restaurantes del Mundo en 2015 y además forman parte de la vanguardia gastronómica del país.

Uno de ellos es Biko, comandado por los chefs Mikel Alonso y Bruno Oteiza. Su propuesta es una cocina de porciones minimalistas, geometría cubista, colorido pop y la conjunción de las raíces vascas y mexicanas.

En tanto, en el restaurante Pujol su chef Enrique Olvera crea un estilo personal de la cocina mexicana a partir de productos locales, combinando técnicas ancestrales y modernas. Por eso en sus preparaciones coexisten la tradición y lo contemporáneo.

Finalmente, Quintonil es liderado por el chef Jorge Vallejo, quien busca llevar a la mesa las costumbres contemporáneas de todo el territorio mexicano. En su alacena surtida de productos locales y sustentables, los vegetales son los actores principales.

 

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