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San Francisco: flores, tranvías y bohemia

Con la armoniosa combinación de sus bellezas urbanas y naturales, y el legado de paz y amor que dejaron los años 60? en sus habitantes, San Francisco invita a conocer deslumbrantes lugares y compartir esa experiencia con su gente, que contagia energía positiva y gentileza.

Cuando se camina por el inmenso Golden Gate Park, entre maravillosos espacios verdes, lagos espejados y pintorescos senderos, es posible imaginar aquellas tardes interminables de la década del 60’ cuando aquí se juntaban miles de jóvenes para expresar sus deseos de un mundo mejor. Esos floridos recuerdos, surcados por el eco de las melodías de los Grateful Dead y los Jefferson Airpline, y sumados a la gran cantidad de atracciones y actividades que se pueden realizar en el parque, dan el marco ideal para iniciar el recorrido por esta fascinante ciudad, una de las más bellas de Estados Unidos.
Ubicada en la costa de California, y extendida a lo largo de una amplia bahía, San Francisco se caracteriza por sus calles empinadas, la elegante arquitectura victoriana de gran parte de sus fachadas y los tranvías que la transitan a lo largo y ancho de su territorio. La primera panorámica que se busca es la del famoso puente Golden Gate, cuyo fulgurante naranja se recorta en lo alto contra el profundo azul del cielo californiano. Eso, claro, si lo permiten las nubes o la niebla que de tanto en tanto ocupan esta zona de la ciudad y apenas dejan ver algunos pocos sectores de la enorme mole de hierro. Cuando eso ocurre, el efecto producido -ver al puente como sostenido mágicamente en el aire- provoca el asombro de los turistas que no dejan de fotografiar una y mil veces esa magnífica imagen.

Aires cosmopolitas.
Lejos de la impersonal frialdad de Los Ángeles, y del amontonamiento edilicio y humano de Nueva York, San Francisco atrapa al visitante por su cálida pero sofisticada sencillez y la belleza extrema de su fisonomía, en la que se combinan los mencionados frentes victorianos con modernos edificios entre los que sobresale el emblemático Transamérica que, con su original forma piramidal, representa otro de los íconos de la ciudad. 
Esta torre, la más alta de la ciudad, está situada en el downtown, uno de los tantos distritos existentes que, junto con Chinatown, Haight Ashbury, Japantown, Mission District, Russian Hill y el Financial Distric, además de la zona portuaria de Fisherman's Wharf, le brindan a la urbe un marcado perfil cosmopolita con una atractiva mezcla de culturas y costumbres que definen el color local.
Actualmente, San Francisco -fundada por los españoles en 1776, apenas dos meses después de la declaración de la independencia de Estados Unidos- es uno de los principales destinos turísticos del país, al que llegan anualmente millones de visitantes atraídos no sólo por sus paisajes naturales y urbanos sino también por la mística que adquirió la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo 20. En ese plano, lo primero que hace una gran cantidad de turistas es dirigirse a la legendaria librería City Lights, punto de reunión de los poetas beatniks durante la década del 50’, al igual que el sobreviviente y acogedor Café Trieste, donde escribía sus poemas Allen Ginsberg.

Barrio por barrio.
San Francisco ofrece una gran variedad de atractivos en sus diferentes distritos. En el centro, Unión Square es la zona comercial donde están concentrados los mejores hoteles y las tiendas comerciales más prestigiosas. A pocas cuadras, el Chinatown ofrece la posibilidad de perderse por sus estrechas callejuelas y sus locales de baratijas que, a veces, resultan irresistibles. Para el Año Nuevo Chino, a finales de enero o principios de febrero, se celebra la fecha con un colorido desfile que culmina con fuegos artificiales.
Para conocer bares, cafés y restaurantes hay que ir a North Beach, una animada zona donde todavía se respira el aire bohemio que por tantos años caracterizó a la ciudad. En las cercanías es aconsejable visitar la Coit Tower, construida en 1933 en honor a los bomberos voluntarios. Esta torre de 64 metros está edificada sobre Telegraph Hill, colina desde cuya cima se obtienen magníficas panorámicas del Golden Gate, del Bay Bridge y de la isla de Alcatraz, donde se puede conocer la mítica prisión a través de un recorrido con guías. Junto a este distrito se localiza Fisherman's Wharf, donde funcionan el Museo Marítimo y el Historic Ship Pier.
Pero, de entre todos los barrios, el más simbólico es Haight-Ashbury, cuna del flower power y centro de los comercios de ropa y productos tan extravagantes como tentadores.
Y, por supuesto, no hay que dejar de cruzar el Golden Gate, esa descomunal obra de ingeniería construida entre 1933 y 1937.  Con una longitud aproximada de 1.600 metros, está sostenido por dos torres de 227 metros de altura y cuenta con seis carrilles para automóviles y otros tantos para peatones y bicicletas. Desde los mismos es posible apreciar hermosas vistas de la ciudad hacia un lado y del distrito montañoso de Marin Headlands hacia el otro.
El recorrido por San Francisco se puede matizar almorzando o cenando en sus cientos de restaurantes donde es posible saborear los mejores platos de todas las gastronomías del mundo y concurriendo a algún show de jazz, soul, blues, reggae o rock en cualquiera de los bares de la ciudad.
Para moverse de un área a otra hay a disposición del viajero una amplia red de autobuses, ferries y trenes. Pero, aquí en San Francisco, es obligatorio realizar algunos trayectos en los históricos tranvías que funcionan hace más de un siglo. En ellos, uno no sólo se transporta de un punto a otro de la ciudad sino que, paralelamente, también viaja en el tiempo y palpita la esencia bohemia que caracterizó siempre a San Francisco y que hace de ella, actualmente, su tan particular encanto.

Informes: www.sanfrancisco.com.

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